Mensajes : 225 Fecha de inscripción : 15/07/2008 Edad : 38
Tema: Noche 4: La discoteca Inferno (Ocio) Lun Ene 26, 2009 1:31 am
Caos. La música suena estridente, tanto que resulta incómodo permanecer aquí, quizás por la falta de costumbre. Las luces parpadean, cambiando un centenar de veces ante vuestra confusa mirada. La gente se agolpa en el centro la pista pero aún así da la impresión de que el aforo máximo en este local es solo una leyenda. Hay demasiada gente. Es confuso pensar como algunos de vosotros habéis llegado aquí. Ni siquiera todos se apuntaron cuando se propuso la idea a la hora de la cena: algunos estarán durmiendo mientras que en este lugar toda la gente parece vibrar con la música. Están todos vivos. Condenados de por vida pero vivos al fin y al cabo. Un suspiro aliviado podría escucharse si los potentes altavoces no zumbasen a máxima potencia.
Es fácil recordar el breve trayecto hecho hasta la discoteca. Apenas hubo que recorrer dos calles y salir del distrito en el que os encontrábais. Pasando por la calle del banco y la iglesia, cruzando una pequeña parte de la ciudad hasta la entrada de la que ya os habían hablado. Vuestro guía no parecía del todo emocionado recorriendo la ciudad de noche cuando apenas lleváis cuatro días aquí.
- He aceptado traeros a regañadientes, pero creo que tal vez podáis aprender una lección aqui. Intentad no perderos y aún si se diese el caso, procurad encontrar el camino de vuelta al albergue. No podéis sobrevivir sólos ahí fuera.
- Hay que bajar bastantes escalones, tened cuidado
Recordáis ahora la imponente entrada al lugar. Facilmente visible incluso desde la lejanía: una enorme estructura de inamovible piedra en la que se ha tallado una entrada que parece hundirse en las entrañas de la misma tierra. No menos amenazadoras resultan las dos macabras esculturas que se han colocado a ambos lados, como eternos custodios de tan desconcertante lugar. Colocado en la cúspide de la extraña entrada podía verse un más familiar y quizás reconfortante cartel de neón, en el que dos chicas bailan escoltando al emblema y el nombre del lugar: Inferno. Había llegado el momento: sin estar muy convencidos empezasteis a bajar por las mal iluminadas y lóbregas escaleras.
Así llegamos todos al mayor local nocturno de toda la ciudad, exactamente al mismo punto temporal en el que nos encontrábamos: rodeados por un enjambre de enardecidos ciudadanos. Un lugar con el ambiente tan cargado que respirar resultaba una odisea, con el "aliciente" de una potente calefacción funcionando a todo rendimiento para asegurarse de que toda la gente en el local lleve poca ropa y beba más. El alcohol es el fluido que engrasa la maquinaria de la noche en cualquier ciudad y aquí no somos menos. A vuestro alrededor la muchedumbre se retuerce sudorosa al son de la música, como si hubiesen caído en alguna clase de ancestral trance del que resulta imposible sacarlos ni aún cuando casi se os echan encima. Ligeramente molestos resultan algunos individuos que parecen poseídos quizás por algo más que el alcohol, dejandose llevar al confuso y oscuro sendero de las drogas.
De manera desordenada vais dejando que os arrastre la multitud, seguramente de camino a la barra para quizás pedir una consumición. Con tanta gente no resulta nada sencillo ver nada de ese extraño local, pero quizás basta con usar la imaginación: Un poco de concentración para aislarse de la infernal música (quizás alguien pueda relacionar el nombre del local con la estridente música); paz para mentalmente eliminar de la escena a todas esas personas que ahora nos estorban el paso y la visión; un ligero esuerzo y quizás podamos conseguir algo de provecho. ¿Lo tienes?
Entrada a la discoteca
Pista de baile
La barra
Zona VIP
- Pensé que os habríais perdido. Escuchad, vamos a intentar llegar a la barra para pedir unas copas y dentro de un rato nos largamos. No os hagáis ilusiones, no os he traído para que os emborrachéis.
El quejido colectivo casi resuena por encima de la música mientras reemprendéis la marcha hacia la barra, deslizando vuestros cuerpos por entre el gentío más o menos como deben hacer los salmones cuando luchan contra la corriente subiendo río arriba. Finalmente y tras varios minutos de pisotones, codazos y empujones de diversa consideración, lográis llegar a la barra. Poco a poco el grupo va tomando posiciones a vuestro alrededor y pronto un camarero se detiene frente a vosotros, dispuesto a atenderos. La conversación transcurre con dificultad por el volumen de la música.
- Buenas noches, bienvenidos a la discoteca Inferno. ¿Qué va a ser?
- Buenas noches Magnetic. Para mi una cerveza y a ellos ponles lo que prefieran, hoy les invitaré yo.
- ¡¡¡Ted!!!, ¡no te había visto!. ¿Y ellos?, ¿Son nuevos?, ¿alguna tía interesante?
- Todos ellos y todas ellas son interesantes para mi, como siempre. ¿No tienes unas bebidas que servir?
- ¡¡Sí, señor!!, ¡¡a la orden, señor!! - bromea ligeramente desde detrás de la barra, empezando a sevir las copas con presteza
- Es un buen chico, el gerente de éste lugar es su hermano: Jojo, un tipo duro de verdad. Intentad no buscar jaleo aquí dentro. - Comenta Mendigo Ted de manera ligeramente apatica. Sorprendemente podríamos decir que ésta noche, el guía Ted, ha perdido todo el positivismo del que hacía gala durante el día.
- Vosotros no hagáis ni caso. Inferno es el mejor local de toda la ciudad con diferencia y además nadie monta fiestas como nosotros. Siempre que queráis pasar un buen rato sólo tenéis que buscarme y... ¡si traéis amigas mejor! - el camarero anteriormente nombrado como Magnetic ríe divertido mientras termina de poneros las consumiciones. Con una sonrisa se despide para seguir atendiendo a otros clientes.